Una fractura de rodilla es una de las lesiones más frecuentes en deportes, accidentes de tránsito o caídas. La rodilla es una articulación compleja, compuesta por el fémur, la tibia, la rótula y varias estructuras de estabilidad, como los ligamentos y el menisco. Por eso, una fractura en esta área puede tener consecuencias importantes en la estabilidad y movilidad de la pierna.

Tratamientos según el tipo de fractura

El procedimiento elegido para tratar una fractura de rodilla varía según la complejidad de la rotura. Algunas alternativas incluyen:

• Tratamientos conservadores:

Si la fractura es estable y sin desplazamientos, puede tratarse con una inmovilización en yeso o férula. Esto permitirá que el hueso sane sin intervención quirúrgica.

• Tratamientos quirúrgicos:

En casos más complejos — cuando están involucradas varias partículas de hueso o la articulación pierde estabilidad — puede necesitarse cirugía. Durante el procedimiento, el ortopedista fija los fragmentos con placas, tornillos o clavos, para proporcionar estabilidad y favorecer así la consolidación adecuada.

La importancia de la recuperación

Tras el procedimiento, es necesario llevar a cabo:

• Fisioterapia:

Comenzará de forma gradual bajo la guía de un profesional. Esto permitirá ir aumentando el rango de movimiento, fortalecer los músculos de la pierna y prevenir rigidez en la articulación.

• Ejercicios específicos:

Bajo la supervisión de un fisioterapeuta, el paciente llevará a cabo ejercicios específicos de fuerza, estabilidad y propiocepción. Esto es clave tanto para volver a caminar con seguridad como para retomar actividades más exigentes, como deportes o trabajos específicos.

• Valoraciones de seguimiento:

El ortopedista permanecerá atento a la consolidación de la fractura, a la alineación de los huesos y a la estabilidad de la rodilla, realizando radiografía u otros estudios de seguimiento cuando sea necesario.

Una fractura de rodilla es una situación delicada que requiere tanto de un manejo médico adecuado como de una rehabilitación cuidadosa. Con el procedimiento correcto y la guía de un ortopedista y un equipo de rehabilitación, la mayoría de los pacientes logra una recuperación exitosa, regresando así a sus actividades con fuerza, estabilidad y seguridad en la articulación de la rodilla.