El Renacimiento en el Liderazgo: Pigmaleón

Por el Dr. Carlos La Bandera T.

Tal cual aparece en el mundo occidental el renacimiento como la influencia artística de Grecia y Roma después de la edad media, así aparece en el campo de la administración el renacimiento al estudiar la mitología griega y latina en el final del siglo XX y principios del XXI, aplicable al liderazgo.

Diría que a continuación se presenta una llave fundamental del líder en la concepción subjetiva que lo relaciona con sus seguidores. Es la historia del desarrollo del principio Pigmaleón.

La historia es más  o menos así: Pigmaleón, que en la literatura griega según cuenta Ovidio en su “Metamorfosis”, era antiguo rey de Chipre y apasionado escultor, trabajaba en una de sus obras de arte. En cierta ocasión se empeñó en crear una estatua femenina de gran perfección y belleza. Se concentró tanto en esta obra, se entusiasmó tanto, y tanta habilidad tenía, que su escultura quedó bellísima. Lo cautivó de tal manera, que se enamoró de ella, e inclusive le dio un nombre: Galatea. Pero era piedra de mármol y aún así él se sentía enamorado. Afrodita, la diosa del amor, conmovida por los sentimientos que Pigmaleón desprendía hacia su nueva obra, con un soplo de su boca (como sea era diosa) le dio vida a la escultura que se convirtió en una mujer de verdad conservando su belleza. Puede  terminarse la obra comentando que “se casaron y vivieron muy felices” o como ustedes quieran. Lo importante es que Pigmaleón logró lo insospechado: hacer algo más de su obra de arte, gracias al apoyo de una diosa buena y bien fijada en las cosas terrenales. Como mito, el efecto Pigmaleón es el proceso mediante el cual las creencias y expectativas de una persona respecto a otro individuo afectan de tal manera a su conducta que el segundo tiende a confirmarlas.

Luego, ya en el siglo XX,  Bernard Shaw toma este modelo para publicar su novela “Pigmaleón” en 1913, la que posteriormente sale a la pantalla en dos producciones. Una en los años cuarenta en blanco y negro, y otra, la más conocida, en 1964 con George Cukor y Audrey  Hepburn que le toca hacer el papel de Eliza Doolittle: una joven mujerzuela vendedora de flores en las calles de Londres. El argumento trata de cómo un experto en lingüística, el Profesor Higgins, muy consciente de su dominio de la especialidad, le presume a otro amigo, al ver a esa mujerzuela (Eliza Doolittle) vediendo flores, que él sería capaz de enseñar la lengua inglesa a cualquier persona, inclusive a esa mujer, y con tal perfección, que podría hacerla pasar por princesa en las cortes. Se hace la apuesta y Mr. Higgins convence a la florista de entrar en el experimento. La muchacha se cambia a la casa del profesor, donde la tiene estudiando en todo momento, desde la pronunciación elegante de un inglés británico, hasta buenos modeles… y por supuesto, se enamora de ella. Al final, el profesor Higgins, al ver su obra terminada, para ganar la apuesta, decide probar suerte haciéndola pasar por princesa en una fiesta de alcurnia, y efectivamente vistiéndola con las mejores galas, se presenta con ella en un palacio inglés y engaña a todos, tanto, que por ahí aparece un príncipe de otro país que se dedica a bailar con ella y a conquistarla, hasta que deciden casarse. En esta ocasión, Pigmaleón – Higgins se queda solo… pero con la dicha de haber formado una princesa de una mujerzuela. Se tuvo confianza y lo logró. Él estaba tan auto-motivado que el resultado fue el esperado.

Este es el principio Pigmaleón en su forma más ortodoxa: El líder es quien está motivado, es decir, auto-motivado por alguna razón de peso interior, y hace todo lo que tiene que hacer en cuanto a acciones, transmisión de conceptos y actitudes, que sin duda, convence a quienes tiene alrededor, para lograr lo que quiere. Y es que un líder no puede serlo si no está convencido, primeramente de su capacidad, en seguida de la influencia que puede tener sobre los demás y que puede aprovecharla, tal como lo comenta Peter Drucker, el llamado padre de la administración moderna en la nueva revolución silenciosa: la revolución del conocimiento.

El líder influye en los demás sin estar conectado por ningún cable, es decir, vía inalámbrica, porque el lenguaje corporal y actitudinal del líder no se puede solapar. Un líder está auto-motivado porque está convencido, se convenció a si mismo, o mejor, se convence a cada momento, que  es capaz de lograr sus metas. No sabemos si es orgulloso, creído, tenaz, inteligente, o suspicaz, pero sí sabemos que se tiene confianza a sí mismo. Un líder se sabe Pigmaleón y lo aprovecha, trabaja en ello. En la realidad tal vez ni siquiera lo sepa, pero está motivado aunque no sepa por qué. En la medida en que se enamora de lo que hace y de lo que logra, aumenta su confianza en sí mismo. Es como un círculo virtuoso o la formación de una masa crítica que crece y crece con el tiempo.   

La nueva definición de líder es aquél que reúne a un grupo para compartir un propósito y los insita a que cada uno de los integrantes de su grupo se convierta en líder auténtico que genere valor para la empresa o para la causa que los agrupa. Es decir, el líder ya no es solamente el que dirige bien, sino el que construye nuevos líderes, el que esculpe nuevos líderes, el que va más allá. Y llega a donde casi no puede creerlo. A lograr éxitos estupendos.

Basta entonces creer en el Principio Pigmaleón. Yo diría: fijarse que nosotros somos Pigmaleones de quienes nos rodean. Tenemos la posibilidad de esculpir de nuestros compañeros de trabajo a grandes hombres y mujeres, pero es necesario que lo queramos hacer y que estemos convencidos de que sí es posible.

Resumen:

1. El líder está auto-motivado porque tiene confianza en sí mismo: como Pigmaleón que los dioses lo ayudaron. Como el Prof. Higgins que nunca dudó.

2. Esta confianza lo hace actuar con entusiasmo, con pasión. Es la pasión con la que se gana la carrera.

3. Es partir de la propia historia de vida que uno es líder, de lo que me interesa, de comprenderse a uno mismo, puesto que uno es responsable de su propio desarrollo.

Bibliografía:

Metamorfosis de Ovidio.

Shaw, B. (1960), Pigmaleón, México: Editorial Porrúa Hnos.

Drucker, P. (2008). La Revolución del Conocimiento. México, Mc. GrawHill.