México, ha demostrado siempre, desde su concepción como país, una absoluta inclinación hacia las verdaderas artes y un gran arraigo hacia estos menesteres.

Fray Juan de Zumárraga, en 1533, escribía al emperador Carlos V: “parece seria cosa muy útil y conveniente haber allá? imprenta y molino de papel, pues se hallan personas que holgaran de ir, con que su Majestad haga alguna merced con que puedan sustentar el arte, Vuestra Señoría y Mercedes lo manden proveer”.

Tiempo después el obispo testimoniaba al Consejo: se les dará? pasaje y matalotaje a México y se les prestará alguna cantidad de la hacienda de su Majestad para ayudar a comenzar y privilegio por tiempo señalado.

Por ello es afortunado afirmar que en México, cuando sólo se debía pensar en cómo vivir, ya se pensaba en imprimir, y cuando debido a la naciente población la demanda de lectura sería escasa, se estimaba útil y conveniente introducir un molino de papel que consolidara el florecimiento de esta industria.

La fecha en que llega la primera imprenta a México, no consta con certeza, es probable que entre 1535 y 1537 operaraba, Esteban Martín al frente de un modesto taller. Entre otras publicaciones que pudieron ver la luz en aquellos primitivos tórculos se cuentan: en 1535 la debatida Escala espiritual compuesta por San Juan Clímaco; y en 1537 la Doctrina de Toribio de Molina y el Catecismo Mejicano de Juan de Ribas. 

No falta quienes consideren falso el dato y establezcan como fecha para la instalación de la primera imprenta en 1539. Los historiadores más autorizados como Beristayn; Medina y Torre Revello, consideran como una realidad histórica innegable la existencia en la capital mexicana de un taller tipográfico anterior a 1539.

Según Joaquín García Icazbalceta, durante el siglo XVI, se imprimieron en México 116 obras, algunas verdaderamente bellas como el manual de adultos, el Vocabulario de Alonso Molina, la Physica Speculatio; los Diálogos de Cervantes de Salazar; el Missale Romanum, entre otros la Opera Medicinalia. 

Recordemos que desde 1554 el arte tipográfico tuvo un cambio notable, el impreso en folio: los Diálogos de Cervantes de Salazar, la Recognitio sumularum y la Dialéctica resolutio son obras que dan cuenta, por vez primera, del uso de tipos romanos e itálicos. En ellas aparecen también nuevos encabezamientos y nuevas xilografías.

Lo procedente muestra que los oficios de tipógrafo, impresor y editor son parte de las verdaderas artes y que México ha tenido, tuvo y tendrá arraigo en estos menesteres. 

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